sábado, 30 de enero de 2016

No estábamos, pero tampoco nos íbamos…

Me aferré tanto a la idea de que contigo había un futuro, me hice tantas ilusiones, fantaseé tanto, en todos mis planes estabas tú.  Forcé las cosas, forcé todo hasta que ya no quedó más. 
Bien pude retirarme cuando aún era prudente, cuando tu sonrisa ya no era sincera, cuando tus ojos ya no irradiaban luz al verme, cuando hacer el amor se convirtió en simple sexo, de ese casual que sólo se tiene por compromiso, por puro placer carnal.
Dejamos de ser luz, para convertirnos en oscuridad, una oscuridad densa y profunda.
Tú sólo me amabas por ratos, cuando veías que estaba cansada, cuando veías que estaba apunto de irme, me amabas. Sólo en esos momentos cuando ya me veías lejos era cuando sentía tu amor. 
Y te entiendo, tú no eres el culpable de esto, fui yo por quedarme tantas veces, fui yo por no saber decir adiós. Fui yo, porque tú sabías que hicieras lo que hicieras, cometieras los errores que cometieras, yo iba a estar ahí; me empezaste a sentir segura, incondicional.
Y fue así como se fue perdiendo la magia entre nosotros, dejaste de verme como motivo y me empezaste a verme como opción. Yo me convertí en esa mujer que perdonaba todo con tal de estar a tu lado y tú, tú te convertiste en ese hombre que se la pasaba entre perdones y lamentos por cada estupidez que cometía.
No estábamos, pero tampoco nos íbamos… Fuimos un punto medio. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario